lunes, 9 de septiembre de 2013

Madera





Cuando trabajo con madera disfruto del recorrido de texturas que transitan mis sentidos. Desde el inicio áspero y rugoso que desafía al tacto con los primeros cortes y lijadas, hasta la finura del lustre, luego de la cera, cuando las manos vuelven a suavizarse mientras recorren la superficie una y otra vez hasta que se deslizan naturalmente como volátiles. En el proceso los aromas se mezclan, la viruta empequeñece hasta partículas apenas perceptibles que se suspenden en el tiempo cuando se cruzan con un haz de luz. Al fin la superficie logra una trama homogénea de un tímido brillo que por suerte no llega a distinguirse, pero está.

2 comentarios:

Maga h dijo...

Me resulta mágica la madera, se deja sacar las caprichosas formas que le dan las manos.

Da a clima de calidez

Unknown dijo...

La madera es cálida y es más bella al natural.