miércoles, 28 de julio de 2010

Una lista más


Porque Nick Hornby contaminó a más de una generación con su "top five"; porque anoche volví a ver, después de tantísimo tiempo, El verano de Kikujiro del maestro Kitano*; porque hace un par de semanas morí del amor con La Pivellina; El sabor del té aperece siempre y puede ir en toda lista. Aquí una lista inconclusa** de niños en la pantalla grande en películas que hacen sonreir:






* Puede que Kitano ya esté más allá de todo y en el mejor estado para colgar los botines, por lo visto en sus últimas películas, pero hasta Zatoichi lo banco a muerte (de risa).
** Había incluído estas dos
: About a boy, (Casi un chico, 2002, Chris Weitz - Paul Weitz); Koktebel, (Caminos a Koktebel, 2003, Boris Khlebnikov - Aleksei Popogrebsky), pero los niños son más grandes y no es el mismo sentimiento.

domingo, 11 de julio de 2010

Mejor me voy


Aunque sea un tiempo, hasta que pueda contar algo otra vez, o ME pase algo lindo que me haga escribir para contarlo.

viernes, 9 de julio de 2010

Contra la interpretación



Una de mis tareas preferidas en el colegio era la de “familia de palabras”, recuerdo que por tercer grado comenzamos con ese juego, llegaba una hora del a mañana, cuando la maestra escribía una palabra en el pizarrón y había que empezar a pensar y gritar palabras que tuvieran la misma raíz, y, ahí residía la complejidad, una estructura aceptada por la RAE. Lexema y morfema le dicen.Justificar a ambos lados

Esa costumbre me persigue aún, leo una palabra y aparecen otras de su familia, invento en un consciente desacato a la RAE, busco parecidos para cambiar de familia y extender un poco más el juego.

Tengo otra costumbre de familia de palabras, pero que aparecen por asociación ilícita de mi memoria, de mis sensaciones en el momento de agruparlas. Acostumbro a escribirlas en algún cuaderno de compañía y olvidarlas. Encontré unas palabras sinsentido en mi cuaderno a lunares, de una caligrafía abominable, escritas en la oscuridad de una noche intermitente de ruta, de larga espera:

“Segunda vuelta. De-moras. Noche, grillos, ranas y el cielo de estrellas. Niños que juegan. Humos. Sombras. Largas. Expresionismo (Alemán). Hierbas. Las palabras están entumecidas. Stop. Fuerzas. Autpopista del Sur. Ruta 135. La que se pierde. Hambre. Penumbra. Silbar. NOCHE. Reflejos. Sorpresas. Distancias relativas… inconclusas, incoherentes, difusas. La distancia a la LUNA. El auto intermitente. El puente y el rio Uruguay. Un parador para todos, para, detiene pero no. Calla. Vacío, refugio. Las aves despiertan. El sol. Se encuentra en los cables, se cuentan historias. Ingreso a Soriano.”

sábado, 3 de julio de 2010

Los sonidos de la mañana de un sábado naranja



Tengo una maldita costumbre: despertar temprano, hábito que me permite disfrutar del despertar de la mañana, sus colores, sabores y sonidos. Soy una de las primeras en levantar la persiana de las tantas que hay en este hueco amplio, por suerte. Me gusta percibir el cambio del color del día, la ventana está a mi derecha y el sol no se ve, pero va coloreando las paredes del edificio de enfrente, de a poco las formas son menos borrosas. Está lleno de pájaros, la fauna habitual: gorriones, alguna tacuarita – que festejo con sonrisas-, palomas –que las prefiero en silencio y lejos- y una yunta de torcacitas -que tienen loco al gato naranja-, dejo en silencio mi casa, para escucharlos ya que despuntan sobre el sonido del tránsito, al menos por un tiempo. Preparo el mate, tostadas, mermelada que hago con las frutas de estación, por no decir baratas, y me entretengo con ese silencio y quietud que dura un santiamén.

Tengo otra maldita costumbre odio salir temprano de casa, hábito que invalida la costumbre anterior en la práctica, y me cuesta horrores estar a las 9 a.m. en Bernal.

Tengo otra maldita costumbre: me acuesto tarde porque también disfruto mucho de los colores, los sabores y sonidos de la noche, y soy una de las últimas en bajar la persiana de las tantas que hay en este hueco amplio, por suerte.