viernes, 10 de abril de 2009

Mi amiga de la infancia

En un intento vano por visitar unas muestras pendientes de algunos museos, pero fructífero en disfrutar del sol de abril, estuve dando unas vueltas por la ciudad. Primero la clásica caminata hasta el Bellas Artes, luego un colectivo (es que andaba con monedas) que me llevó hasta San Telmo, quería pasar por el Museo de la Ciudad y el del Traje, pero todos estaban cerrados* como culo de muñeco.

Antes de darme un descanso y un tentempié, y aprovechando que la multitud no era tal, caminé un poco a la deriva por las callecitas del barrio: fue ahí que la casualidad hizo una de las suyas.

Mientras caminaba por la vereda de Bolivar, pasó a mi lado una pareja, yo reparé en la bonita cartera de cuero colorada de ella, solo pude ver sus espaldas. Luego los pasé y me detuve en una vidriera de cosas viejas, iba a entrar, pero preferí seguir camino, unos pasos más adelante ellos se pararon en la entrada de una casa, mientras él abría la puerta ella miró para mi lado, nos miramos… y nos miramos más. Sonreímos sorprendidas con caras de niñas. Nos saludamos sin grandes festejos, pero con una grata sensación de felicidad y hasta un poco idiotas por la sorpresa. Ella le dijo a él “es mi amiga de la infancia”. Intercambiamos un par de palabras en ese estado mezcla de asombro y fascinación y seguimos sin más, con la sensación de estar bien de seguir siendo. Ella entró a su casa. Yo continué hasta el bar “La Poesía”, una esquina agradable que descubrí unas semanas atrás.

El encuentro fue de esos instantes, que retroceden con una velocidad arrolladora años en la memoria, que te llenan de imágenes y te dejan con una gran sonrisa y lágrimas de felicidad.



* No soy tan caída del catre, sé que era el feriado del Viernes Santo, pero antes de salir me fijé en las páginas de los museos y en muchos estaba el horario de los feriados, entonces pensé que quizá los podía encontrar abiertos.

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