miércoles, 31 de diciembre de 2008

Acuarelas de río

Todo el día mi alma hoy estará suspensa
de la voz del agua,
como en un sueño
mojado.

¡La voz del agua
dulcemente cierra el mundo!

Todo el día seré un niño
que se está durmiendo.

La vida será solo
una voz querida.

domingo, 14 de diciembre de 2008

Tardes al pedo*






Aromáticos
cristales soñadores
albahaca ven.











Cuando aprenda a diferenciar una mora de una sílaba los haikus tendrán su métrica correspondiente, por el momento es lo que hay, y a Sarita no podemos ir a consultar.


*En recuerdo de Coty Nosiglia y su "Mañanas al pedo"

sábado, 13 de diciembre de 2008

Talán - talán

El tañido de las campanas es uno de los sonidos que más me atrapa de la ciudad, a pesar de su función tan botona. Por un lado son un refugio de algo que ya no existe, de algo que fue, de una ciudad pasada que nunca viví; una especie de pilar o manzana histórica, pero que en su sello del paso del tiempo no hacen más que retrotraerlo. (¿Quién puede creer que aún existen las campanas en la ciudad? ¿Dónde, si es toda bloques de cemento con ventanas espejadas y cuadradas? ¿Qué las necesitamos para marcar la hora? Menos, mucho menos que nos llamen para ir a misa.)

Por otro lado, el que se aleja de su utilidad, y vaya a saber que fue primero, esta su sonido, su música, esa resonancia que ya no avisa sino que rebota, envuelve y persiste. Ese misterio repentino que hace levantar miradas, y volar palomas, porque, o no sabemos bien de donde viene, si estamos en zona desconocida, o nunca logramos verlas, pero no nos importa, distraídos con los sonidos hasta podemos creer en fantasmas.

jueves, 4 de diciembre de 2008

Regalo

Tarde se hizo para escribir sobre aquello que quería escribir. Siempre pasa lo mismo, las palabras aparecen y se acomodan en mi cabeza mientras las canciones suenan y me acompañan en el quehacer culinario, o lo que esté haciendo, a veces me cocino. A decir verdad, fue al revés, primero estuvieron las intencionadas canciones y luego el hacer algo de comida, para completar el acompañamiento, porque así se escuchan mejor. Pero claro, entre el no estar muy ducha en esto de saber de música y el perderme con las biografías, poesías y datos para acomodar, los minutos pasaron y las ideas también, perdiendo estas el ímpetu original se esfumaron hasta nuevo aviso y menos sueño.


Pero siempre hay algo para comentar, en este caso agradecer a los amigos el nuevo habitante de casita. Hace tiempo que lo veía (o la veía) en las vidrieras con muchas ganas, pero lo pensaba un poco incómodo así tan grandote y pesado, que era mejor tener las tiras fragmentadas en el formato original, esas que leía en Rosario, tesoro de tío REM, pero que iba a llevar tiempo juntarlas y bla, bla… Finalmente el domingo me ligué un “Toda Mafalda”, la cuestión es que desde entonces, al acostarme lo tomo entre mis manos cubriendo casi todo el torso y, antes de dormirme o mientras, leo al azar algunas páginas; son precisamente ese peso y ese grandor los que le dan un toque especial, el de sentirse uno muy pequeñito, como un niño, con semejante libraco entre las manos leyendo otra vez esos cuadritos mágicos.